Hable como en TED - Reseña crítica - Carmine Gallo
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Hable como en TED - reseña crítica

Hable como en TED Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Gestión de personas y liderazgo y Cultura corporativa y comunicación

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9789588821344

Editorial: Conecta

Reseña crítica

¿No sería fantástico identificar con precisión las técnicas que utilizan los mejores comunicadores del mundo, observar cómo ofrecen sus asombrosas presentaciones y aplicar sus secretos para dejar boquiabierto a nuestro propio público? Si la respuesta que viene a tu mente es sí, este libro está esperándote.

Si tienes ideas que merecen la pena difundir, los nueve secretos para comunicar que hay en este libro te ayudarán a desarrollarlas y comunicarlas de forma mucho más persuasiva de lo que nunca habrías imaginado. ¡Vamos!

La pasión

Es clave a la hora de pensar en una exposición, rebuscar en nuestro interior para identificar la conexión única y profunda con el tema de nuestra presentación. La pasión es la vía hacia la maestría, y sin ella nuestra presentación no es nada.

La ciencia demuestra que la pasión es literalmente contagiosa. Uno no puede inspirar a los demás si no se siente inspirado. Las probabilidades de convencer e inspirar a quienes nos escuchan son mucho mayores si demostramos una conexión entusiasta, apasionada y profunda con aquello de lo que hablamos.

Los oradores más populares en TED comparten una característica con los comunicadores más persuasivos en cualquier ámbito: una pasión, una obsesión que deben compartir con los demás. No tienen un “trabajo”; tienen una pasión, una vocación. Están llamados a compartir sus ideas. 

Tienes que pensar qué hace latir a tu corazón. Identifícalo y compártelo con los demás. Nuestra pasión no es simplemente un interés pasajero, ni siquiera una afición. Una pasión es algo muy profundo, que forma parte esencial de nuestra identidad.

Una vez que identifiquemos cuál es nuestra pasión, tendremos de responder a las siguientes preguntas: ¿Se puede decir que esta influye en nuestras actividades cotidianas? ¿Podemos incorporarla a nuestra actividad profesional? Nuestra verdadera pasión debería ser el tema central de nuestras comunicaciones, y servirnos para inspirar genuinamente a nuestro público.

Los oradores motivados y vigorosos siempre son más interesantes y atractivos que los aburridos y pasivos. 

Dominar el arte de contar historias

Los escáneres cerebrales muestran que las historias estimulan y activan el cerebro humano, lo cual ayuda a que el orador conecte con su público y hacen que sea mucho más probable que este asuma el punto de vista de aquel.

La capacidad de contar anécdotas puede ayudar a derribar el muro que se interpone entre el orador y las personas a quienes necesita persuadir. La narración es el medio más efectivo para vencer la resistencia.

Las marcas y los individuos que cuentan anécdotas emocionantes y genuinas conectan con su público y con sus clientes de una manera mucho más profunda y trascendente que sus competidores.

El filósofo griego Aristóteles, uno de los padres fundadores de la teoría de la comunicación, creía que la persuasión se produce cuando están presentes los siguientes tres componentes: ethos, logos y pathos. 

  • El ethos es la credibilidad. Solemos estar de acuerdo con las personas a quienes respetamos por sus logros, su cargo, su experiencia, etc.
  • El logos representa la capacidad de persuadir mediante lógica, datos y estadísticas.
  • El pathos es el acto de apelar a las emociones.

Tomemos una de nuestras últimas presentaciones y clasifiquemos el contenido en una de las tres categorías: ethos (credibilidad), logos (evidencia y datos) y pathos (atractivo emocional).

¿Cómo queda el pathos frente a las otras dos categorías? Si nuestro atractivo emocional es mínimo, quizá debamos repensar nuestro contenido antes de volver a dar la presentación, incorporando más historias, anécdotas y perspectivas personales.

Tener una conversación

Es muy importante que practiquemos sin descanso e interioricemos el contenido para poder dar la presentación como si estuviésemos teniendo una conversación relajada con un buen amigo. 

La verdadera persuasión sólo se produce después de que hayamos establecido un vínculo emocional con nuestros oyentes y nos hayamos ganado su confianza. Si nuestra voz, gestos y lenguaje corporal son incongruentes con nuestras palabras, los oyentes desconfiarán del mensaje.

La autenticidad no sucede de forma natural. Una presentación auténtica requiere horas de trabajo para profundizar en nuestra alma más de lo que nunca lo hemos hecho, elegir las palabras adecuadas que mejor representan lo que sentimos respecto al tema de la charla, pronunciar esas palabras de manera que tengan el máximo impacto, y para asegurarnos de que nuestra comunicación no verbal sea consistente.

Si no practicamos cómo mantener una conversación, estaremos pensando en un millón de cosas en lugar de concentrarnos en nuestra historia y en establecer la conexión emocional con nuestro oyente.

Puedes pedirle a amigos y colegas que vean la presentación y den su opinión franca y sin tapujos. Utiliza un aparato para grabarte, ya sea un smartphone sobre un trípode o una cámara de vídeo. La calidad de la grabación es lo de menos. Salvo que decidamos mostrársela a alguien, seremos los únicos en verla. 

Presta mucha atención al ritmo al que hablas y pregúntale a los demás qué les parece: ¿Es demasiado rápido? ¿Muy lento? La cámara de vídeo es la mejor herramienta para mejorar la capacidad para hablar en público.

Ten en cuenta este dato: los estudios demuestran que el ritmo ideal al leer un audiolibro es de entre 150 y 160 palabras por minuto. Esta parece ser la velocidad a la que la mayoría de los oyentes pueden oír, absorber y recordar la información cómodamente.

Cuando practiques tu presentación, seguramente vayas a ralentizar la forma de hablar a medida que vas pasando transparencias o tratas de recordar las ideas en las que quieras incidir. Una vez que hayas interiorizado el contenido, procura recuperar el ritmo de tu estilo coloquial natural.

Contar algo nuevo

Lo conveniente es que expongamos información que sea completamente nueva para el público, que muestre una perspectiva diferente, o que ofrezca una manera fresca y novedosa de resolver un viejo problema. 

Al cerebro humano le encanta la novedad. Un elemento extraño, inusual o inesperado en una presentación suscita la curiosidad del público, le sacude sus ideas preconcebidas y le ofrece rápidamente una nueva manera de ver el mundo.

“La curiosidad es lo más importante que tenemos. La imaginación es una fuerza capaz de crear una nueva realidad”, aseguró James Cameron ante el público de TED en febrero de 2010. Además, reveló cosas que el público no esperaba oír por parte del director de películas taquilleras como Terminator, Titanic o Avatar. 

Los seres humanos somos exploradores naturales. La mayoría de nosotros tenemos un deseo insaciable de buscar, aprender y descubrir. Así es como estamos programados. 

Tienes que tener en claro que serás una persona más interesante si te preocupas por aprender y compartir ideas de ámbitos muy alejados del tuyo. Los grandes innovadores son capaces de conectar ideas de distintos campos.

Cuando uno introduce una manera nueva u original de solucionar un viejo problema, está conectando con millones de años de adaptación. Si el hombre primitivo no hubiese sido curioso, nos habríamos extinguido hace mucho tiempo.

Puede que en ocasiones los datos que presentamos no sean trascendentales o completamente desconocidos para el público, pero eso no significa que no podemos exponerlos de una manera distinta.

Para introducir conceptos novedosos en nuestras presentaciones se necesita una nueva manera de ver el mundo.

Una técnica para poner en marcha nuestra creatividad consiste en incorporar nuevas experiencias. Los neurocientíficos han descubierto que únicamente mediante el bombardeo del cerebro con nuevas experiencias podemos obligar a nuestra mente a ver el mundo desde una nueva perspectiva.

Esto significa que debemos salir de la oficina de vez en cuando para descubrir nuevos eventos, personas y lugares. Y, lo que es más importante, incorporar esos nuevos descubrimientos a nuestras presentaciones.

Crear momentos de asombro

El instante de asombro en una presentación se produce cuando el presentador propicia un momento impactante, impresionante o sorprendente, tan conmovedor y memorable que atrapa la atención del oyente y se sigue recordando mucho tiempo después de que la presentación finalice.

Los momentos de asombro generan lo que los neurocientíficos denominan un suceso con carga emocional, un estado de intensa emoción que incrementa la probabilidad de que el público recuerde el mensaje que queremos transmitir y actúe en consecuencia.

Cuando experimentamos un suceso con carga emocional (conmoción, sorpresa, miedo, tristeza, alegría, asombro), afecta al grado de intensidad con el que lo recordamos.

Relajarse

Evitemos tomarnos (a nosotros mismos y el tema de nuestra presentación) demasiado en serio. Al cerebro le encanta el humor. Démosle a nuestro público motivos para sonreír. El humor baja las defensas, lo cual hace que el público sea más receptivo a nuestro mensaje.

Además, también consigue que resultemos más simpáticos, y la gente está más predispuesta a hacer negocios con las personas que le caen bien. El humor ocupa un lugar clave entre las herramientas de los oradores más estimulantes del mundo.

Debemos aprender a incorporarlo de forma creativa y natural a nuestras presentaciones. Repetir bromas manidas o, aún peor, vulgares o picantes, no nos ayudará mucho. De hecho, puede que haga que el público desconecte. ¡Los oradores más populares en TED no cuentan bromas! A menos que seas cómico profesional, las bromas no resultan auténticas.

Una broma mal contada o bien contada pero de mal gusto, puede minar nuestra reputación ante el público a gran velocidad. Las bromas sexistas no son aceptables en ninguna presentación profesional. 

La mayoría de los oradores de TED que consiguen hacer reír al público suelen contar anécdotas, tanto propias como de personas que conocen, observaciones sobre el mundo o historias personales.

La mejor elección es abrir una presentación con un toque de humor costumbrista. No se trata de conseguir directamente una gran carcajada. Eso puede llegar más adelante, pero si nos esforzamos demasiado por conseguirlo ni bien subimos al escenario, es posible que fracasemos y, aunque ningún momento es bueno para hundirse, si sucede muy pronto es posible que no logremos recuperarnos.

Una manera fácil de conseguir que el público se ría sin necesidad de ser cómicos ni de contar un chiste consiste en citar a otra persona que haya dicho algo gracioso. Las citas pueden ser de gente famosa, de personas anónimas o de familiares y amigos. 

Muy pocas personas utilizan vídeos en sus presentaciones, incluso en las charlas TED. Sin embargo, el vídeo es una herramienta muy efectiva para introducir humor en una presentación: nos permite sacudir la presión de tener que ser graciosos.

La regla de los dieciocho minutos

Dieciocho minutos es la duración ideal para una presentación. Si nos vemos obligados a preparar una de mayor duración, introduzcamos pausas suaves (anécdotas, vídeos, demostraciones) cada diez minutos. 

Los investigadores han descubierto que el exceso de información impide la transmisión efectiva de ideas. Se suele creer que la ansiedad afecta únicamente a la persona que pronuncia el discurso o la presentación, pero el público también la siente.

Una presentación larga, confusa y enrevesada obliga al cerebro de los oyentes a trabajar intensamente y a consumir energía. Las neuronas necesitan el doble de energía que otras células del cuerpo. La actividad mental acaba rápidamente con las reservas de glucosa.

Esta es la razón por la que una presentación de dieciocho minutos es tan efectiva, pues permite que al público aún le quede algo de capacidad intelectual y de glucosa para reflexionar sobre lo que hemos contado, compartir nuestras ideas y actuar en consecuencia.

Experiencias multisensoriales

Usemos en nuestras presentaciones componentes que abarquen más de un sentido: vista, oído, tacto, gusto y olfato. Como ya sabemos, el cerebro no presta atención a las cosas aburridas. Es casi imposible aburrirse si uno está expuesto a imágenes hipnóticas, vídeos cautivadores, accesorios intrigantes, palabras hermosas y más de una voz insuflando vida a la historia. 

Nadie nos va a pedir que introduzcamos elementos multisensoriales en nuestra presentación, pero, una vez que los experimenten, les encantarán. El cerebro ansía tener experiencias multisensoriales. Es muy posible que el público no sea capaz de explicar por qué les encanta la presentación: será nuestro pequeño secreto.

Todos respondemos a la estimulación visual, auditiva y táctil. Los grandes oradores lo saben y crean presentaciones predominantemente alrededor de uno de los sentidos, pero incorporando al menos uno o dos más: vista, oído, tacto, olfato y gusto.

Las imágenes se procesan en varios canales en lugar de solo en uno, lo que le proporciona al cerebro una experiencia de codificación mucho más profunda y significativa. Utiliza las imágenes para potenciar las palabras, no para duplicar su contenido.

Ayudemos al público a sentir nuestra presentación. Salgámonos de las transparencias de vez en cuando. Incorporemos demostraciones, mostremos productos, pidámosle al público que participe.

Seguir nuestro propio camino

Nada de todo esto sirve si pierdes tu autenticidad. Sé abierto y transparente. La mayoría de la gente detecta cuando alguien finge. Si intentamos ser algo o alguien que no somos, no lograremos ganarnos la confianza del público.

Podemos aprender de otras personas y de cómo han logrado triunfar al hablar en público, pero nunca dejaremos una impresión duradera en la gente a menos que sea nuestra propia marca.

Hay muchos líderes que son apasionados, divertidos, entusiastas y estimulantes, pero que, en cuanto se suben a un escenario, se vuelven fríos, rígidos, aburridos y estirados. Cuando se les pregunta por qué, algunos contestan: “Porque estoy dando una conferencia”.

Nunca tienes que olvidar que cuando das una presentación, tu objetivo debería ser estimular a nuestro público, conmoverlo y animarlo a tener sueños ambiciosos. No podremos conmover a nadie si no piensan que somos reales. Nunca convenceremos de nada a nuestro público si este no confía en nosotros y nos admira y si no le gustamos de verdad.

Notas finales

El valor se hace notar. El valor llama la atención. El valor conquista las mentes y los corazones. Valor es lo que se necesita para dar la charla de nuestra vida. 

Encuentra tu valor, celébralo, disfrútalo. Hablar en público con valor transformará tu vida y la de quienes te escuchen. Tus ideas son dignas de ser vistas, sentidas y escuchadas. Utiliza tu voz para asombrar e inspirar a la gente. Y para cambiar el mundo.

Consejo de 12min

En el microlibro basado en “Lecciones de liderazgo creativo”, Robert Iger comparte las ideas y valores que le permitieron reinventar a la compañía más admirada del mundo, Disney, e inspirar a las personas que hacen realidad el maravilloso mundo de la marca líder global en entretenimiento.

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¿Quién escribió el libro?

Es un reputado especialista en coaching de presentaciones cuya empresa de comunicación, Gallo Communications, asesora a los directores de las multinacionales más importantes del mundo como Google, Disney, Intel, SAP, Pfizer y LinkedIn entre... (Lea mas)

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